“El futuro se sacrifica en el altar del presente”, leí esa frase -mi querido lector- y me dejó pensando mucho, no se lo puedo negar, era diciembre y en un giro atemporal nos encontramos con un mundial y las fiestas, y el calor, y las compras. Todo junto.
Todo fue pasando mezclado y algo flotaba en el aire. Gracias a nuestra querida selección de fútbol argentina, puedo decir que hay un concepto muy interesante que comenzó a circular por los comentarios, charlas de café y en el trabajo: EL PROCESO.
Entonces, escuchabas a almaceneros, colectiveros, canillitas, diciendo: es que la selección hizo un proceso, trabajaron con procesos, hicieron caso al proceso propuesto por el técnico. Proceso acá y allá… podríamos decir que nos trajeron algo más que “la tercera”.
El concepto de proceso contiene la idea de que todo lleva su tiempo y está bien que así sea. Los planes cortoplacistas con resultados inmediatos no son sustentables en el tiempo. Siguiendo con la selección siempre esperábamos el milagro, que Dios se haga cargo, que aparezca lo invisible y nos de lo que es nuestro. Y a fuerza de tantas desilusiones, viene este equipo de profesionales del fútbol y demuestran que no hay milagro ni salvada, hay trabajo arduo y responsabilidad, conciencia de grupo y respeto al que dirige.
De esto se desprenden tres temas que se relacionan de manera directa con la idea de proceso:
- los planes de corto plazo,
- el accionar de los profesionales
- y la visión del líder.
Los planes cortoplacistas, si bien pueden generar resultados no tienen altas chances de ser sustentables en el tiempo. Que existan planes para dar pronta solución a problemas puntuales es una cosa, pero que la gestión general de una organización se lleve siempre así es muy distinto. El famoso “vamos viendo” erosiona de a poco la rentabilidad, ocultando costos hundidos y deja al proceso de toma de decisiones librado al azar, más que al análisis de datos concretos y fiables. Pretender que se vive en un eterno presente y que este no afectará a una visión de futuro es dañino y carece de responsabilidad ante una sociedad que necesita de guías profesionales comprometidos.
Aquí el otro tema: los profesionales.
¿Llamar jugadores a profesionales del fútbol cambia mucho, no? ¿Y por qué se distinguen? Porque asumen su responsabilidad de que, no solo deben cumplir un objetivo si no también, velar por lo que les es encomendado. Asumiendo que hay una sociedad que los ve y observa en su trabajo diario… ¿deberíamos preguntarnos si hay buenos o malos profesionales? Lamentablemente sí. Y con lo de bueno o malo -estimado lector-, me refiero a la relación con su comunidad, a cómo suman valor colectivo, propio y para sus pares. ¿Ser profesional significa eso? Por lo que sé, todas las carreras tienen materias y trabajos sobre el desempeño en la comunidad, porque a fin de cuentas, los beneficiarios de esos futuros profesionales serán en relación con los servicios ofrecidos a los miembros de la misma.
Señores/as profesionales, primero aprendamos a ser señores/as y luego profesionales, porque lo primero lo llevamos al primer día de facultad, y a lo demás lo aprendemos. Si como profesionales nos dedicamos a concientizar en que los procesos son un camino viable y que las soluciones mágicas no existen, podríamos crear una sociedad que no crea tanto en la magia y aprenda a esperar los tiempos necesarios para ciertos planes. Un común colectivo guiado por señores/as profesionales conscientes que busquen un objetivo alcanzable, pero por sobre todo: sustentable.
Pero bien, para este desarrollo existe un rol clave: el líder que guía y acompaña.
Los líderes no sólo lideran sino que también estudian, se capacitan y por sobre todo cuidan a sus liderados. El técnico de nuestra selección supo guiar en pos de un objetivo común, trabajando las individualidades para potenciarlas en equipo, se apoyó en sus coordinadores ayudantes, fue consciente de los recursos y por sobre todo, cada vez que le ponían un micrófono adelante no vaticinaba nada ni hacía pronósticos, se enfocaba en informar como venía, ¿adivinen qué? el proceso de formación del equipo.
Desde hace décadas la discusión de que si un líder se hace o nace es interminable, déjenme decirles mi humilde opinión: un líder se FORMA. Y con formarse entendemos que se forma dentro y fuera de su grupo, buscando las mejores herramientas para aplicarlas. Un líder necesita del apoyo de sus colaboradores para que le den información precisa y datos concretos. Un líder es ante todo humano, por eso se puede equivocar también, pero lo importante es como lo asuma y haga saber. Un líder puede serlo sin saber que lo es, simplemente porque el equipo lo valida como tal. Un líder puede no ser validado por el mercado pero sí por su equipo. Un líder no se impone, se gana el respeto. Un líder repasa lo que está bien y lo que está mal pero avanza, no se queda en logros ni en fracasos.
Un líder se vuelve un colectivo, como la SCALONETTA.
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